martes, 21 de septiembre de 2010

Vigo, mi ciudad




Siempre la misma ciudad, la misma gente, la misma realidad, a veces me pregunto si mi lugar es este.

En ocasiones fantaseo con un cambio en mi vida. Me dispongo a andar, correr, recorrer el mundo. Cada minuto de mi existencia me pide que salga, que conozca otros lugares, otras culturas, otra gente, quiero empaparme de sus vidas.

Después me doy cuenta de que por muy lejos que este ella tirará de mí, me atraerá con su fuerza, porque lo que hoy me resulta monótono mañana lo añoraré.

Me imagino entrando en Vigo al anochecer, cruzando el puente de Rande mientras los últimos rayos de sol se entrelazan con las numerosas bateas y la alegría me embarga. El reencuentro con mi gente y las miles de personas que después de tantos años se han convertido en conocidos sin nombre. Las comidas familiares en parques forestales, las cañas nocturnas en la playa de Samil, el olor a mar, mmmmmmmmm, ¡cuanto lo echaba de menos!, ese intenso olor a mar no lo he encontrado en ningún lugar.

Definitivamente esta es mi ciudad y salvo que no me quede otro remedio, no la dejaré durante mucho tiempo.

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