miércoles, 29 de septiembre de 2010

Errante


Ya no recuerdo el día que decidimos cambiar nuestra vida,

alejarnos de una casa con paredes, para vivir errantes sobre un suelo poco estable.

Al principio no fue fácil y sentía cierta asfixia.

Siempre viajamos sin rumbo fijo.

Hemos vivido en tantos lugares que casi no recuerdo de donde vengo,

Australia, Bahamas, Grecia, Costa Rica, Francia...

demasiados lugares.

Hemos tenido amigos y vecinos en cada uno de los puertos.

Hemos aprendido a prescindir de lo prescindible y a agotar al máximo cada recurso.

Y es hoy cuando el mar me devuelve a casa.

Lo he avistado hace tan solo un par de minutos.

Está prácticamente igual:

el viejo faro donde jugábamos de niños.

Y ya estoy aquí de nuevo para a pisar tierra,

por un tiempo,

porque mi hogar siempre será la mar.

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