sábado, 2 de junio de 2012

Rompiendo la crisálida



Te observo, completamente absorta en todas esas cosas que tanto te gusta hacer. Casi nunca te das cuenta, pero siempre te observo, hace ya varios años que se ha convertido en la mejor de mis aficiones.

He cambiado el patrón racional de mis sentidos para aprender a conocerte, tu forma de ser activa mi corazón y, simplemente observándote, descubro todo aquello que quieres ocultar al mundo.

Yo he tenido al mejor de los maestros, el tiempo.

Tú intentas ocultarlo, constantemente, pero una vez cada lustro te es imposible, mantienes el techo sobre tus hombros mientras tu piernas flojean y es ese tremendo esfuerzo el que descubre el basto telón que siempre lo oculta todo.

Aparentas fuerte, la mujer más fuerte que nadie haya conocido jamás, feliz, como la carcajada de un niño, me encanta tu sonrisa, todo en tu mundo parece perfecto, pero no me engañas, porque te observo, mis ojos me advierten, piensas lo mismo que cuando te conocí y sólo eras una niña, indefensa en un cuerpo de mujer. No te das cuenta de que siempre te has equivocado, enormemente, eres una mariposa que se empeña en ser gusano... y, en realidad, eres la persona fuerte, feliz y perfecta que llevas en tu coraza.

Y si no me crees, sólo tienes que observarte.