Es miércoles 10 de la mañana, cojo el coche y me acerco a la
playa de Patos. El mar estuvo fuerte durante muchos días, los marineros no han
podido salir con los barcos, la playa está desierta, solo un perro siguiendo
algún un rastro, no existe ya arena, el mar la ha robado y deja al descubierto
los cantos rodados.
Las olas aún piden tributos, se siente el mormullo del mar
agitado, pero han amainado
El sol tantos días oculto se siente en la piel, ya sobra la
ropa.
Entre los guijarros y
cantos recorro la vista buscando tesoros que el mar a arrancado, nada
interesante, sigo caminando, salimos de Patos, entramos en Priegue y por fin la encuentro , me estaba esperando tomando los
rayos del sol, secando su cuerpo ligero, luciendo su cola. Hermosa sirena
dormida que el mar arañó de la arena.
Hoy todo se pesa, se mide en monedas y cotiza en bolsa, no
existen los sueños, las almas, los duendes, no quedan sirenas, algunas de
hierro que arrancan las olas.
Hoy todo se pesa, los hombres se miden por sus posesiones y
si no las tienen, el hambre les lleva
hacia otras fronteras saltando murallas con
mil concertinas, con muros de piedra, se mueren ahogados por unas lentejas y
son repelidos con gases, con porras, con balas de goma por los que gobiernan,
por los que nos cuentan historias de patrias, de leyes sagradas, de las
democracias que dejan familias durmiendo en los puentes y salvan los bancos,
historias de infantas que pisan la raya,
de reyes con cuentos y cuentas blindadas.