
miércoles, 9 de febrero de 2011
Pausa en el vuelo de la mariposa

lunes, 15 de noviembre de 2010
África, paraíso terrenal

miércoles, 29 de septiembre de 2010
Errante
Ya no recuerdo el día que decidimos cambiar nuestra vida,
Al principio no fue fácil y sentía cierta asfixia.
Hemos vivido en tantos lugares que casi no recuerdo de donde vengo,
Australia, Bahamas, Grecia, Costa Rica, Francia...
demasiados lugares.
Hemos tenido amigos y vecinos en cada uno de los puertos.
Hemos aprendido a prescindir de lo prescindible y a agotar al máximo cada recurso.
Y es hoy cuando el mar me devuelve a casa.
Lo he avistado hace tan solo un par de minutos.
Está prácticamente igual:
el viejo faro donde jugábamos de niños.
Y ya estoy aquí de nuevo para a pisar tierra,
por un tiempo,
porque mi hogar siempre será la mar.
martes, 21 de septiembre de 2010
Vigo, mi ciudad
Siempre la misma ciudad, la misma gente, la misma realidad, a veces me pregunto si mi lugar es este.
En ocasiones fantaseo con un cambio en mi vida. Me dispongo a andar, correr, recorrer el mundo. Cada minuto de mi existencia me pide que salga, que conozca otros lugares, otras culturas, otra gente, quiero empaparme de sus vidas.
Después me doy cuenta de que por muy lejos que este ella tirará de mí, me atraerá con su fuerza, porque lo que hoy me resulta monótono mañana lo añoraré.
Me imagino entrando en Vigo al anochecer, cruzando el puente de Rande mientras los últimos rayos de sol se entrelazan con las numerosas bateas y la alegría me embarga. El reencuentro con mi gente y las miles de personas que después de tantos años se han convertido en conocidos sin nombre. Las comidas familiares en parques forestales, las cañas nocturnas en la playa de Samil, el olor a mar, mmmmmmmmm, ¡cuanto lo echaba de menos!, ese intenso olor a mar no lo he encontrado en ningún lugar.
Definitivamente esta es mi ciudad y salvo que no me quede otro remedio, no la dejaré durante mucho tiempo.
jueves, 9 de septiembre de 2010
En buena compañía
Puedo levantarme contenta y que mi día se entorne gris hasta cerrarme en la oscuridad, pero al llegar a casa todo vuelve a su color original, a iluminarse mi día más oscuro.
Puedo despertar sin ganas, pero sus palabras me dan fuerza para arrancar mi viaje.
Puedo incluso no sentir, ser incorpórea y abstraerme del mundo, pero su estrecho lazo me ayuda a tocar el suelo.
Puedo, con ellos siempre puedo.
Puedo arriesgar y equivocarme.
Puedo sufrir y perdonar.
Puedo aislarme y recapacitar…todo lo entienden.
Son mis compañeros de viaje, de triunfos y fracasos, de alegrías y dolor.
Son parte de mi ser, de mi cabeza, mi corazón y mi sangre.
Son mi FAMILIA, lo único que realmente nos pertenece a los 5.
Acrílico sobre papel.
lunes, 23 de agosto de 2010
Baiona la Real

Un milenario puente de piedra nos acerca a nuestro destino. A su paso el río nos deleita con fogonazos de luz en su constante lucha por encontrarse con el mar.
Atravesamos la playa de Ladeira impregnados por la cálida llamada del mar del Val Miñor.
Y poco a poco comenzamos a formar parte de la historia de Baiona la Real, atravesando sus puertas siempre abiertas al visitante.
Ascendemos una rampa de madera para sentirnos como descubridores del Nuevo Mundo recién llegados de un larguísimo viaje desde las Americas en la Carabela Pinta.
Paseando por sus adoquinadas calles nos cruzamos con cientos de rostros, leguas y acentos que comparten el perfume propio de este pueblo marinero.
Visitamos el Castillo de Monterreal bajo la atenta mirada de la Virgen de la Roca, siempre dispuesta a compartir las magnificas vistas desde su barco.
Al llegar la noche el ambiente festivo se respira en cada esquina haciéndonos más difícil la despedida.
Y regresamos a nuestros orígenes jurando regresar lo antes posible, porque por alguna extraña razón las calles, los edificios, las playas y la vida en este pueblo embrujan al visitante.
martes, 10 de agosto de 2010
Esperando el Verano

Después de 9 largos meses de espera por fin ha llegado, pero como cada año parece que tenga prisa. Creo que siempre ha sido la estación más fugaz y nuevamente vuelve a escurrirse entre mis dedos.
La brisa marina juguetea con mi cara y me dejo embriagar por el aire puro que inunda mis pulmones.
El sol, el aire y el mar endulzan mi boca sin dejarme saborear su verdadera intensidad, me atraen con una fina degustación que se convierte en una inquieta espera para el resto del año.
Y a su término esperaré su renacer durante 9 meses más, intentando conservar los resquicios de su sabor.
Acrílico sobre lienzo.