miércoles, 29 de septiembre de 2010

Errante


Ya no recuerdo el día que decidimos cambiar nuestra vida,

alejarnos de una casa con paredes, para vivir errantes sobre un suelo poco estable.

Al principio no fue fácil y sentía cierta asfixia.

Siempre viajamos sin rumbo fijo.

Hemos vivido en tantos lugares que casi no recuerdo de donde vengo,

Australia, Bahamas, Grecia, Costa Rica, Francia...

demasiados lugares.

Hemos tenido amigos y vecinos en cada uno de los puertos.

Hemos aprendido a prescindir de lo prescindible y a agotar al máximo cada recurso.

Y es hoy cuando el mar me devuelve a casa.

Lo he avistado hace tan solo un par de minutos.

Está prácticamente igual:

el viejo faro donde jugábamos de niños.

Y ya estoy aquí de nuevo para a pisar tierra,

por un tiempo,

porque mi hogar siempre será la mar.

martes, 21 de septiembre de 2010

Vigo, mi ciudad




Siempre la misma ciudad, la misma gente, la misma realidad, a veces me pregunto si mi lugar es este.

En ocasiones fantaseo con un cambio en mi vida. Me dispongo a andar, correr, recorrer el mundo. Cada minuto de mi existencia me pide que salga, que conozca otros lugares, otras culturas, otra gente, quiero empaparme de sus vidas.

Después me doy cuenta de que por muy lejos que este ella tirará de mí, me atraerá con su fuerza, porque lo que hoy me resulta monótono mañana lo añoraré.

Me imagino entrando en Vigo al anochecer, cruzando el puente de Rande mientras los últimos rayos de sol se entrelazan con las numerosas bateas y la alegría me embarga. El reencuentro con mi gente y las miles de personas que después de tantos años se han convertido en conocidos sin nombre. Las comidas familiares en parques forestales, las cañas nocturnas en la playa de Samil, el olor a mar, mmmmmmmmm, ¡cuanto lo echaba de menos!, ese intenso olor a mar no lo he encontrado en ningún lugar.

Definitivamente esta es mi ciudad y salvo que no me quede otro remedio, no la dejaré durante mucho tiempo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

En buena compañía



Puedo levantarme contenta y que mi día se entorne gris hasta cerrarme en la oscuridad, pero al llegar a casa todo vuelve a su color original, a iluminarse mi día más oscuro.

Puedo despertar sin ganas, pero sus palabras me dan fuerza para arrancar mi viaje.

Puedo incluso no sentir, ser incorpórea y abstraerme del mundo, pero su estrecho lazo me ayuda a tocar el suelo.

Puedo, con ellos siempre puedo.

Puedo arriesgar y equivocarme.

Puedo sufrir y perdonar.

Puedo aislarme y recapacitar…todo lo entienden.

Son mis compañeros de viaje, de triunfos y fracasos, de alegrías y dolor.

Son parte de mi ser, de mi cabeza, mi corazón y mi sangre.

Son mi FAMILIA, lo único que realmente nos pertenece a los 5.

Acrílico sobre papel.